Por el camino más largo (Día 2): Monforte de Moyuela - Bello

"Y aun así, mira por dónde, me gusta la vida. Porque me tiene que gustar. Porque es lo único que hay y yo, a fuerza de vivir y compartir el aire con la gente, no sé qué otra cosa podría hacer sino sacarle gusto a la vida, a esta vida tantas veces malvada que te da un palazo por las buenas y se va". FERNANDO ARAMBURU - Autorretrato sin mí (2018)

Qué bonito es trazar rutas con un programa de ordenador. Cualquier camino encaja. Todos parecen amables y divertidos. Y así vas, enlazando unos y otros con desparpajo y alegría, sin tener muy en cuenta el desnivel o el estado del terreno. Y luego pasa lo que pasa, que la realidad se cobra las facturas.

He dormido bien. El calor apenas se ha diluido, pero en la habitación, con la ventana abierta, se podía descansar correctamente, así que, tras desayunar, colocarme el atuendo de ciclista y empaquetar, me pongo en marcha con ánimos renovados. Son las 07:00 de la mañana, una hora en la que el sol apenas se atisba aún en el horizonte.

"Déjame llorar que estaba escrito en mi destino.
Que el frío llegará y yo no tendré puesto el abrigo
y no podré volar, el aire aquí podrá conmigo.
Si tengo que morir espero que sueñe contigo,
porque pensando en ti morirme será divertido".

Amanece en mitad de ninguna parte

Mientras la gran bola naranja asoma la cabeza,  completo un primer y breve tramo por carretera y me adentro ya en los caminos. 300 metros y a empujar… Lo dicho, qué divertido es diseñar rutas en un mapa. Piedras, surcos y una inclinación del demonio me hacen maldecir a Koomot y Google Maps, pero como voy aún fresco y la rampa es corta, no me extiendo más de la cuenta en mis juramentos matutinos.

Y parecía plano en el ordenador...

Para esta primera parte de la segunda etapa, había diseñado un innecesario bucle hasta Segura de Baños. El objetivo, recorrer una zona que, sobre la pantalla, tenía una pinta estupenda. Y sí, aunque hasta llegar a él me toca superar un par de subidas pedregosas y otro breve tramo de empujabike, lo cierto es que el lugar merece mucho la pena. Pasado Anadón, una carretera olvidada a su suerte va retorciéndose poco a poco hasta alcanzar la A-2401, y desde allí, con una inclinación notable, el renovado asfalto trepa en busca de un recodo maravilloso. Un túnel excavado en la piedra y una zona de paredes verticales de roca dan pie al primer momento mágico de la ruta. Entre las estructuras rocosas, sopla un aire fresco y limpio y dan ganas de quedarse allí a pasar la mañana.

Un rincón para el recuerdo

En condiciones normales, habría demorado el paso por la zona más de la cuenta, pero la previsión del tiempo ya me había advertido que, a partir de las 11, el calor resultaría un serio inconveniente. Por eso, abandono con resignación el paraíso y me dispongo a afrontar un largo tramo de carretera con escasas sombras. Va a ser una zona en la que comprenda bien qué significa eso de la España Vaciada.

"Luz del sol, ola de calor.
Tú una luz de un lejano azul.
Vuélvete a reflejarte sobre mí.
Guárdame en tu cama de papel.
Tú guárdame de la lluvia otra vez".

Simplemente, espectacular

La belleza de las rocas

La realidad se impone

Mi plan contemplaba aprovechar el paso de los hasta cinco pueblos que tenía por el camino para ir recargando agua y hacer alguna parada para redesayunar en un bar o comprar algo en alguna tienda. En el primero (Salcedillo), nada. En el segundo (Allueva), parece que tienen una fuente, pero vaya, es de agua no potable. En el tercero (Fonfría), ya con los bidones justitos,  nada de nada. Afortunadamente, al preguntar, unas amables vecinas no dudan en entrar a su casa para sacarme una botella de agua fresca que me permitirá rellenar los botes. Aún queda gente buena por el mundo, claro que queda.

A falta de alimento más sólido, tiro de barritas y encaro la subida al puerto de Fonfría. Lorenzo aprieta ya de lo lindo, así que me lo tomo con mucha calma y a velocidad tortuguera avanzo en busca de una cima en la que apenas me detendré por un instante para echar la pertinente foto.

Puerto de Fonfría, una foto y a correr

"Seca la ciudad, también las hojas han caído.
desde el calendario parece que no se han movido.
El tiempo pasará y no habremos envejecido.
La lluvia mojará y yo me secaré contigo,
porque la única humedad que siento es no haberte tenido."

La corta bajada supone una pequeña tregua calórica, pero pasado Olalla, y una vez vuelvo a transitar lejos del asfalto, el termómetro recupera brío. Hasta Lechago, progreso por caminos rojizos en clara tendencia descendente y voy descontando los kilómetros que me quedan hasta su bar, lugar pronosticado para una parada. En Google, el establecimiento tenía una pinta fantástica, pero sí, la realidad es que está cerrado y que, tras confirmar mis sospechas con un vecino, me toca desviarme cinco kilómetros hasta Navarrete del Río para encontrar uno abierto.

Saciando el hambre, oleo sobre lienzo

Allí, mientras degusto el ansiado bocata, toca replantearse la ruta. Hace un calor mortífero y la idea de deshacer kilómetros me resulta devastadora. No sin pesar, finalmente decido variar el siguiente tramo, quedarme sin ver el puente de Luco de Jiloca y trazar por carretera una línea más recta hasta Tornos. La alternativa resultará más directa, pero no menos dura, puesto que tendré que superar una primera y achicharrante subida hasta Calamocha y, después, un pequeño puerto en el que aprovecharé cada milímetro de sombra para escapar momentáneamente del mismísimo infierno.

Pequeño puerto, enorme calor

Polvo, sudor y viento

Ya en Tornos, encuentro un destartalado parque en el que cobijarme por unos minutos. Me empapo de agua en su fuente y vuelvo a valorar lo que me queda. Mi idea era avanzar por caminos hasta la Laguna de Gallocanta, dar una vuelta completa y alcanzar finalmente Bello. Sin embargo, visto lo visto, decido tirar de prudencia e ir tomando decisiones sobre la marcha.

Tornos. Cuando el calor aprieta, cualquier sombra es un paraíso

La laguna, víctima de la pertinaz sequía, muestra un semblante triste, así que, tras constatar desde lo alto de un observatorio de aves que no hay ni agua ni pájaros ni sombra ni casi señales de vida, dejo la idea de bordearla para otra ocasión más propicia. Además, se ha levantado un aire demoniaco y el polvo revolotea a sus anchas por la llanura.

"Ráfaga de viento sideral
mueve la marea de mi mar,
mueve el brillo que hay en tu mirada.
Y abrígame con manta de metal.
Y abrígame con poros de tu piel".

Mirando a la nada
La nada

Ya que, en la distancia, se atisba el silo reformado que me dará cobijo hoy, no me lo pienso. Retrocedo cerca de un kilómetro, atajó hacia la carretera y tras poner en práctica mi nula técnica en los abanicos acabo llegando a Bello con la cabeza otra vez echando humo.

El Hostal Mirador El Silo me recibe con las puertas cerradas y su cafetería también con la persiana bajada por descanso del personal. Afortunadamente, su propietario no se ha olvidado de mi reserva y, después de la pertinente llamada, me abre y me permite alojarme sin problemas. Eso sí, rápidamente me advierte que un ciclón llamado Fiestas patronales ha arrasado la localidad y que no será fácil que encuentre nada abierto. 

Las otras aventuras

La tarde, destinada al descanso y la recuperación, se tuerce desde el principio. Aunque consigo que me den de comer en el chiringuito de la piscina (el clásico plato combinado), apenas puedo comprar nada en la pequeña tienda, asolada por las fiestas. Tampoco me resulta fácil reponer fuerzas, ya que el calor se ha colado en la habitación y no hay forma de estar tumbado en la cama sin sudar. Por si fuera poco, a última hora de la tarde, vuelvo a la piscina con la intención de cenar y la chica, atrincherada tras una montaña de vasos sin fregar, me dice que no puede prepararme nada.

Calor, calor y más calor

Sin más comida que un par de trozos de pan, escaso embutido y barritas, recorro el pueblo en busca de una alternativa. Nada. Todo cerrado. Fruto de una creciente desesperación me acerco a un chico que confirma mis peores presagios y me dice que, pasadas las fiestas, allí solo queda desolación. Eso sí, al contarle mi historia, no duda ni un segundo en meterse en su casa y sacarme media barra de pan y un par de latas de conserva. Le digo que no se preocupe, que no hace falta, pero insiste de tal forma que al final me vuelvo al hotel con, al menos, algo más sólido que llevarme al estómago. El detalle, enorme, quedará grabado para siempre en mi memoria. Aún queda gente buena por el mundo, claro que queda.

"Y gritarás y gritarás.
Y gritarás y gritarás.
Y no te oiré, no te oiré.

Me moriré, me moriré.
Me moriré, me moriré.
A tus pies, a tus pies".

Por el camino, mi mujer, que me asiste desde la distancia, me dice que ha localizado al dueño del hostal y que, tras contarle mi situación, ha decidido abrir la cocina solo para mí y prepararme algo de cena. Al final, comeré un plato de espaguetis con atún, un par de tajadas de bacalao gratinado y una raja de melón. Aún queda gente buena por el mundo, claro que queda (¡Mil gracias, Miguel Ángel!).

La noche tendrá su miga, pero me voy a la cama con el estómago lleno y el corazón repleto de emociones. Llevo dos días y ya he vivido situaciones que no olvidaré. Esto de viajar en bici es una maravilla.

"Eres mi luz del sol, ola de calor.
Tú una luz de un lejano azul.
Vuélvete a reflejarte sobre mi.
Uuh! Eres mi ráfaga de viento sideral
y mueves la marea de mi mar
y mueves la marea..."

                                                      (SUPERSUBMARINA – Ola de calor) 

ALGUNOS DATOS:

- Distancia: 95,62 km.

- Desnivel acumulado: 1.388 m.

- Velocidad media: 18,8 km./h.

- Velocidad máxima: 54,40  km./h.

- Tiempo total de pedaleo: 5h 04' 39"

- Hora de salida: 07:11

- Hora de llegada: 13:42

Comentarios

  1. España vaciada y en agosto... Qué esperabas? 🥳. Poco os pasa a los gravelers 😜 Esperando a ver el desayuno del día siguiente 😬

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    1. Tienes razón, con la btt seguro que me lo habría encontrado todo abierto😜
      Y el desayuno, pues imagina... 😅

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