Por el camino más largo (Día 4): Beteta - Salmerón

"Siempre fue particularmente sensible al mágico envite del semifallo, al desafío de la suerte". JUAN MARSÉ - Últimas tardes con Teresa (1966)

No me gustan las rectas.  Aunque soy bastante cuadriculado para algunas (bastantes) cosas, en cuanto me subo a un bici trato de buscar siempre los trayectos más revirados. Por eso, tras constatar que de Beteta a Cañamares se podía ir por una carretera plagada de giros, no dudé ni un momento en diseñar un nuevo bucle que suponía convertir un recorrido de 25 kilómetros, tirando a rectilíneo, en un trayecto de más de 50 con curvas, subidas, bajadas y un paisaje tanto o más bonito.

Aunque no albergaba duda alguna, la noche anterior, mi buen amigo DwarfCu, un conquense de pura cepa, había ayudado a confirmar mi idea con un mensaje en el que me dejaba claro que la elección había sido la correcta. “Te va a molar mucho. La zona de Poyatos, Cañamares, Fuertescusa, Priego…”, me corroboró antes de añadir, con su habitual retranca:  “A ver si se te pega algo de Luis Ocaña”.

“Happiness, more or less.
It's just a change in me, something in my liberty.
Oh, my, my…”

La noche, aunque calurosa, nada había tenido que ver con la torridez de la anterior. Tampoco el desayuno. Aunque por la necesidad de aventajar a Lorenzo no pude bajar a la cafetería (cerrada hasta las 8), al menos esta vez pude llenar algo más el estómago gracias a la compra del día anterior. Eso sí, otra vez planeé la etapa con la idea de parar cuanto antes a tomar un café y saciar mi ansia de tostadas recién hechas. A estas alturas, que les anticipe que no fue sencillo, no puede ni considerarse spoiler.

Sobre la bici, el día arranca como concluyó el anterior, con un repecho endiablado. Afortunadamente, es corto y alcanzado su punto más alto, la carretera comienza a deslizarse con suavidad hasta las cercanías de las Lagunas de El Tobar. Aunque la falta de lluvias también se deja notar, el lugar aún destila cierta magia, y más a estas horas en las que reina la calma y una suave y amable luz baña todo el entorno.

Amanece en las Lagunas del Tobar

Paladeado este momento, retomo la marcha para enfrentarme a una nueva subida. Los porcentajes se disparan en algún momento, pero como todavía voy fresco, la corono con cierta solvencia y en un instante me planto junto al Embalse de La Tosca. Aquí sí, los efectos de la sequía son visibles con claridad… Una pena, porque con algo más de agua, el lugar resultaría un espectáculo.

Embalse de la Tosca, un bonito rincón, pese a todo

“Happiness, coming and going.
I watch you look at me, watch my fever growing
I know,  just where I am”

Pasado Santa María del Val, la carretera vuelve a ponerse cuesta arriba. Durante un tramo largo, iré ganando altura y haciéndome a la idea del maravilloso entorno que me espera. Animado por ello, por la ausencia de calor y el deseo de tomarme unas tostadas en el bar de Poyatos, alcanzó el punto más alto, me lanzó cuesta abajo y… sí, el bar está cerrado. Se repite la escena, mesas sin recoger, vasos abandonados a su suerte, papeles en el suelo y sensación de que por allí no volverá a pisar nadie hasta bien entrada la mañana.

La Serranía de Cuenca, otro lugar para repetir

Superado este varapalo, me como unas tristes galletas y reanudo la marcha con la idea de probar fortuna en Fuertescusa. Hasta allí, la carretera completa su descenso hasta el río Escabas y se sitúa a su lado para dibujar un tramo delicioso que yo, además, afronto en sentido favorable. La temperatura cae bruscamente hasta cerca de los 12 grados, por lo que, por primera y última vez, paro a ponerme los manguitos. Lo hago más con la idea de no coger frío, porque en realidad voy salivando con una temperatura que considero casi ideal para montar en bici.

El río Escabas
¡Qué gozada rodar por aquí!

Antes de mi nueva tentativa en busca de tostadas, afronto un nuevo ascenso y su correspondiente bajada. Estoy disfrutando muchísimo. La zona es, simplemente, maravillosa. Otro lugar al que me prometo volver en cuanto sea posible.

Puro lujo

“But how many corners do I have to turn?
How many times do I have to learn?
All the love I have is in my mind?”

En Fuertescusa, tras preguntar y casi trepar por un muro, encuentro el bar ¡abierto!. Raudo y veloz, dejo la bici apoyada, entro en el establecimiento y pregunto por la posibilidad de tomar café con tostadas. La respuesta, contundente: “No tengo nada para comer, lo siento”.  Frustrado, me tomo el café a toda prisa y salgo pitando con la firme idea de una tercera tentativa en Cañamares. A la salida del pueblo, veo que hay un hotel, pero como las sillas de la terraza están apiladas junto a la entada, ya ni me molesto en investigar.

Una Fuertescusa para parar... El chiste tenía que hacerse...

Por fortuna, el trayecto hasta la siguiente localidad mantiene la tendencia descendente y me ofrece la posibilidad de pasar bajo lo que se denomina Puerta del Infierno, tres curiosos túneles excavados en roca que sirven de algún modo para indicarme que mi periplo por la preciosa Serranía de Cuenca está a punto de terminar. Y sí, como decía DwarfCu, me ha molado mucho, pero mucho.

Que todos lo infiernos sean como éste

Ni rastro del diablo

En Cañamares, tras un primer intento fallido en un bar en el que me ofrecen unas tristes magdalenas embolsadas, encuentro al fin un lugar en el que me preparen las tostadas. Tras la larga espera, las disfruto con calma, sentado en una terraza en la que el sol aún no ha hecho acto de presencia.

“Well, I'm a lucky man,
with fire in my hands”

De vuelta a los pedales, el track me dirige hacia la Hoz de Priego, frontera natural entre la Serranía y La Alcarria conquense. Superado el bello paraje, el paisaje cambia radicalmente. Las montañas dejan paso a pequeñas lomas y la vegetación pierde fuste y densidad. Me encanta el territorio alcarreño, pero el verano no es la mejor época para visitarlo. No le hace nada de justicia.

Paso "fronterizo" de Prego

En Priego, por cierto, me detengo a realizar una pequeña compra y a visitar el monumento a Luis Ocaña. Me sorprende que sea tan humilde. Nada que ver con el de Federico Martín Bahamontes en Toledo. Quizá, que le llamasen El español de Mont-de-Marsan”, tiene mucho que ver con ello.

Más testimonial que otra cosa

A la salida de esta localidad, retomó los abandonados caminos de tierra para enlazar por una carretera que, en claro y cansino ascenso, me llevará hasta Valdeolivas. Allí, tras constatar que de Ocaña no se ha pegado nada y que sigo sufriendo como un perro cada vez que aprieta el calor, hago una pequeña parada y tomo el último impulso para afrontar un sector por caminos polvorientos que corresponden a la Ruta de la Lana y que me dejarán con cierta rapidez en mi destino final, Salmerón.

Nuevo territorio, distinto paisaje

Salmerón, punto y seguido

“Happiness, something in my own place.
I'm standing naked
Smiling, I feel no disgrace.
With who I am”

Aunque ya había avisado de mi llegada al mismísimo alcalde de la localidad, me encuentro el bar donde debía recoger las llaves, como imaginarán, cerrado. Aunque una trabajadora del Ayuntamiento me facilita otras para poder acceder, comienzo a valorar la posibilidad de buscar otro alojamiento en algún pueblo más allá, ya que nadie me garantiza que el bar vaya a abrir. Afortunadamente, cuando ya estaba listo para meterme más de 20 kilómetros a pleno sol hasta Sacedón, La Mazmorra abre sus puertas y me permite mantener el plan inicial. Si es que al final, a pesar de todo, soy un Lucky Man.

En el establecimiento, me tratarán fenomenal. Las chicas que lo llevan me dan todo tipo de facilidades para comer y cenar y se esfuerzan por hacerse entender en cuanto les digo que, hay veces, muchas, que por mi sordera, no termino de enterarme bien de todo. Estos gestos me llegan siempre al alma.

Muy buena suerte, sí

“But how many corners do I have to turn?
How many times do I have to learn?
All the love I have is in my mind?”

El albergue, sin peregrino alguno, queda para mí solo. Además, trasteando, encuentro un ventilador con el que aplacar el calor, que vuelve a ser achicharrante. Lavo ropa, descanso lo que puedo y consumo las horas de la tarde con la espinita clavada de no poder salir a dar un paseo en condiciones. El pueblo es un horno y además corre un viento que, más que refrescar, contribuye a elevar la sensación de estar cerca del punto de ebullición.

Mientras trato de conciliar el sueño, decido que voy a recortar un poco la etapa del día siguiente, ya que, lejos de aflojar, las temperaturas van a repuntar. No me noto especialmente cansado, pero es que a primera hora de la tarde ya no se puede estar en la calle. No tiene sentido. Lo mejor es volver a madrugar y disfrutar del frescor matutino, aunque eso implique penar después en busca de un lugar en el que desayunar de verdad. Pero bueno, si todo fuese fácil, estoy seguro de que no me gustaría tanto viajar en bicicleta.

I hope you understand.
I hope you understand.

Gotta love that'll never die.”

                                                                   (THE VERVE – Lucky Man) 


ALGUNOS DATOS:

- Distancia: 84,26 km.

- Desnivel acumulado: 1.173 m.

- Velocidad media: 19,7 km./h.

- Velocidad máxima: 59,4  km./h.

- Tiempo total de pedaleo: 4h 16' 11"

- Hora de salida: 07:04 

- Hora de llegada: 12:43

Comentarios

  1. Una vez más, quién te mandará dejar la Serranía por La Alcarria. Y más en estas fechas!!!

    Por cierto, si no viste al diablo, quizás es que iba subido sobre la bicicleta 😉😉

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  2. Por mí, me hubiese quedado con gusto a orillas del río Escabas, pero en algún momento tenía que volver a casa, jejeje.

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