Otoño en vena: Breve análisis de recorrido, materiales y alojamientos
Como es costumbre, voy a realizar un breve análisis de todos
aquellos aspectos de la ruta que suelen quedar en un segundo plano en las
crónicas, pero que pueden resultar útiles para aquellas personas que, en un
momento dado, puedan estar interesadas en realizarla o en aprovechar los tracks
para diseñar sus propios recorridos. Vamos allá.
EL RECORRIDO
En primer lugar, aquí van los datos globales:
- Kilómetros: 492,33 km.
- Desnivel acumulado: 5.363 m.
- Tiempo total de pedaleo: 26 h 07'
- Velocidad media: 18,8 km/h
- Velocidad máxima: 67,9 km/h (etapa 1)
Aunque suelo dedicar bastantes horas al diseño de los
recorridos, debo reconocer que este fue dibujado con bastante celeridad. La
oportunidad de hacer una escapada surgió un poco a última hora y en casi lo
único en lo que me basé fue en trazar jornadas de 150-170 kilómetros por alguna
zona en la que pudiese disfrutar del otoño en su apogeo.
Ya que otro condicionante era el de salir desde Madrid
capital -para aprovechar al máximo el tiempo-, tuve que asumir que una buena
parte iba a ser por territorio conocido. Por ello, en la primera etapa, no dudé
en buscar un camino bastante directo hasta el puerto de Somosierra. Aunque se
puede llegar a este punto por zonas, quizá, más interesantes, aposté por un
trazado más rectilíneo que, en cualquier caso, me resultó muy agradable y
entretenido. Superado el soporífero carril bici de Colmenar, el recorrido
alterna carretera, pistas y algún que otro sendero y permite llegar hasta el
límite norte de la Comunidad de Madrid con una sonrisa.
Bonitos paísajes, rumbo al puerto de Somosierra |
A partir de este punto, y hasta, digamos, la mitad de la
tercera etapa, el trazado fue una sucesión de gratísimas sorpresas. Aunque han
sido provincias maltratadas y, en muchos casos, abandonadas a su suerte,
Segovia, Soria y Guadalajara reúnen las condiciones idóneas para una aventura
de bikepacking: preciosos y muy variados paisajes, un riquísimo patrimonio
cultural, un extenso entramado de caminos y carreteras secundarias y un
ambiente de paz y soledad que invitan al pedaleo durante largas horas.
La grandiosidad y belleza de los campos castellanos |
Mural de El Cid en San Esteban de Gormaz (Soria) |
Pasado Yunquera de Henares, el recorrido entra en
decadencia. Aunque todavía quedan tramos disfrutones, la realidad es que se
alternan con otros tirando a infumables, especialmente, el tránsito entre la
citada localidad y Valdeolmos. Quizá se podrían buscar alternativas, pero yo me
decanté por no complicarme mucho la vida porque intuí que, como así fue, el
cansancio iba a hacer mella.
Últimos rincones otoñales, a un paso de Madrid |
En líneas generales, se trata de una ruta dura por la sucesión
diaria de kilómetros (aunque se podría dividir en más etapas), el desnivel que
se acumula en la primera jornada, los ascensos puntuales y el casi seguro
viento de cara que encontraremos en muchas zonas. Técnicamente, aunque siempre
hay pasos esporádicos que requieren de cierta pericia y caminos pedregosos que
acaban haciendo mella, no tuve que realizar ningún empujabike digno de mención.
Finalmente, me gustaría añadir un par de detalles que
considero importantes. El primero, que es una ruta ideal para otoño y
primavera, ya que se transita por zonas en las que los inviernos y los veranos
suelen ser bastante extremos. Además, en octubre y mayo, los campos castellanos
lucen muchísimo más. Y el segundo, que hay algunos tramos sin servicios, en los
que resultará complicado encontrar agua y comida, por lo que conviene siempre
salir de los núcleos más grandes de población con margen de maniobra.
El castillo de Pelegrina y, tras él, el Barranco del río Dulce |
EL EQUIPAJE Y EL MATERIAL
Pocas novedades con respecto a anteriores aventuras. La más
significativa, el estreno de una bolsa de cuadro de la marca Topeak. En
concreto, se trata del modelo Midloader, de 4,5 litros de capacidad. Aunque es
algo más pequeña que la otra que tengo de Geosmina (marca cara cuyos productos
me han defraudado), su diseño es más minimalista y permite acceder con mayor
comodidad a los portabidones (con la otra, debía bajar uno de ellos). Además,
al no llevar ningún tipo de compartimento interior, su espacio se puede
aprovechar con mayor eficacia. Su único pero, la parte de tela que cubre las
cremalleras, ya que si el viento sopla frontal, se levantan un poco y rozan con
la cara interna de los muslos al pedalear. Pero bueno, nada que no se pueda solucionar
con una correa que mantenga esas dos bandas bien pegadas.
La configuración de las bolsas puede apreciarse en la
siguiente foto:
El Barranco del río Dulce, un marco inigualable para el posado de bolsas |
En cuanto al equipaje, en ese afán por transportar cada vez
con menos peso, aposté de nuevo por “lavar” la ropa de bici cada día. Lo pongo
entre comillas, porque consciente de que no tendría tiempo para secarlas
convenientemente, me limité a airearlas y pasar toallitas por las zonas más sensibles…
Además, como no iba a hacer turismo, dejé en casa las zapatillas de calle y solo me llevé unos escarpines para moverme
por los albergues. Si, por lo que sea, hubiese tenido que salir, habría tirado
de las zapatillas de la bici que, en mi caso, son bastante discretas.
La bici, una vez más, se comportó a las mil maravillas.
Aunque no es muy ligera y sigue costando tirar de ella en las subidas, he
logrado contrarrestar un poco este hándicap con la instalación de un plato de
38 dientes (empecé con 42…). En cambio, y pese a su aparente rigidez, me sigue impresionando
cómo se defiende por terreno técnico. De hecho, hay veces que me sorprendo a mí
mismo superando zonas complicadas sin desmontar, y eso que no destaco precisamente
por mi pericia…
COMIDA Y ALOJAMIENTOS
Como en los últimos viajes, me decanté de nuevo por ser lo
más autosuficiente posible. Aunque nunca desecho la posibilidad de parar en
cualquier lado a comer algo o comprar bebida, trato siempre de emprender la
marcha con comida suficiente para llegar al destino. Para ello, como es lógico,
se antoja necesario localizar previamente tiendas o supermercados donde hacer
una pequeña compra al terminar la jornada.
Reponiendo fuerzas en Berlanga de Duero |
Además, en esta ocasión, aproveché el hecho de que iba a
pernoctar en albergues con cocina para prepararme allí cena y desayun y así no
depender de horarios y ahorrarme unos eurillos. En viajes menos turísticos, una
opción muy a tener en cuenta.
Mi cena en Sigúenza. Rico, rico y con fundamento |
Sobre los citados albergues, una pequeña reseña:
- Día 1: Albergue La Tormenta (Fresno de Cantespino, Segovia): Albergue
limpio y cómodo, con una cocina bastante completa. Tuve la suerte de estar solo
en una pequeña habitación, así que, por 17 euros la noche, solo puedo decir que
fue un rotundo acierto.
- Dia 2: El Albergue de Sigüenza (Sigüenza, Guadalajara): Ubicado a
escasos metros del castillo, en una calle preciosa, el establecimiento destaca
por sus cuidadas y cómodas instalaciones
y la tremenda amabilidad de sus propietarios. Eso sí, comparado con otros albergues,
no es barato: 30 euros la noche.
El coqueto y cómodo albergue de Sigüenza |
Poco más. Quedo, como siempre, abierto a preguntas o sugerencias.
Y muchas gracias a quienes echáis un rato leyendo las entradas y, sobre todo,
comentáis las entradas por aquí o en Twitter. ¡Hasta pronto!
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