Valles y montañas (Día 2): Aldenaueva del Camino - El Barco de Ávila

"La mente es como un paracaídas, sólo funciona si se abre"- ALBERT EINSTEIN (Físico)

Siempre me he considerado un manazas. Quizá porque me acostumbré a que mi padre lo arreglase todo, como en el anuncio de Catalana Occidente. Y luego, pues te vas acomodando. Te vence la pereza. Hasta que un día te sientes un poco -bastante- inútil y te das cuenta de que ha sido una estupidez el, como mínimo, no intentarlo. Porque se puede tener más o menos maña, pero hay cosas que es una simple cuestión de práctica, de ponerse a ello y perseverar. Y en esa fase estoy: en la de acabar con una de esas absurdas etiquetas que todos, de un modo u otro, nos autoimponemos.

A este viaje ya me fui con un deber hecho, el de aprender a cambiar la cadena de la bici. Que ya me vale… Lástima que no me diera también por hacer lo propio con las pastillas, porque me habría ahorrado un sofocón, pero oye, que a la fuerza también se aprende. Y en este caso, bienvenido sea…

No es spoiler, porque mis cuatro o cinco asiduos lectores (¡os quiero mucho!) ya están al tanto de lo que ocurrió, pero si por un casual te pasas por aquí y no sabes de qué va todo esto, pues ya puedes intuir que, en un momento dado de esta jornada, mi freno trasero dijo basta… Ahora, en un rato, un poco más abajo, te lo cuento.

Diciendo adiós a Aldenaueva del Camino

La segunda jornada de esta aventura arranca con un madrugón. Los peregrinos que van camino de Santiago por la Ruta de la Plata han decidido que las 06:30 es un buen momento para levantarse y a esa hora, como un clavo, una señora salta de su litera y enciende la luz. Menos mal que yo ya llevaba unos minutos con el ojo medio abierto, porque de lo contrario, seguramente me habría acordado de algún familiar suyo…

Pero como no hay mal que por bien no venga, aprovecho el fogonazo para bajar a la cocina del albergue, desayunar tranquilamente, pasar por el escasamente concurrido baño de la planta de abajo y regresar a la habitación cuando todos mis acompañantes nocturnos cargan ya con sus mochilas. -"Buen camino", me dicen. -"Buen camino", respondo. Porque el mío no va a Santiago, pero intuyo que, como mínimo, es igual de bueno que el suyo.

Y así, con la tranquilidad de estar solo de nuevo, empaqueto todo con celeridad y en menos tiempo del esperado estoy de nuevo dándole a los pedales.

Mensajes siempre necesarios en Gargantilla

Para empezar, toca regresar hasta casi Hervás, lugar del que nace la carretera del puerto de Honduras. Para no repetir el trayecto del día anterior, esquivo la Vía Verde de La Plata, asciendo hasta la localidad de Gargantilla y tomo una carreterilla levemente ondulada que me llevará al comienzo de la subida. Pedaleo tranquilo, contemplando el verde panorama y olisqueando la humedad que brota de los innumerables arroyos que bajan de la ladera.

Una buena carretera para inciar la mañana

El puerto de Honduras -un saludo al infame exministro Federico Trillo- responde  por completo a mis expectativas. Largo, de unos 14 kilómetros; con rampas en su mayoría asequibles; con herraduras y cambios de dirección; sin apenas tráfico… Primero, atravesando un bosque de árboles apiñados; después, abriéndose al valle, con excelentes vistas. Subo regulando, sin agobios, contento, despreocupado… Y sí, subo también canturreando, porque:

"Listen, baby,
Ain't no mountain high,
Ain't no valley low,
Ain't no river wide enough, baby".

Efectivamente, por el momento, no hay valles ni montañas que vayan a detenerme. Otra cuestión es el freno trasero, pero a eso no hace mención esta alegre canción tan estupendamente interpretada por Marvin Gaye y Tammi Terrel

"If you need me, call me, no matter where you are
No matter how far, don't worry, baby
Just call my name, I'll be there in a hurry
You don't have to worry"

Una subida cinco estrellas

Un puerto con herraduras siempre compensa

Coronado Honduras, emprendo una bajada que tiene trampa, porque tras un par de kilómetros, el asfalto vuelve a mirar tímidamente hacia arriba. Son poco más de dos mil metros que no superaran el 3 por ciento en ningún caso, pero hacen poca gracia… Porque yo quiero ver ya el valle del Jerte y este no va a aparecer hasta que, ya sí, la carretera se desparrame definitivamente rumbo a Cabezuela del Valle.

¡Viva Honduras! 🙄

Y al fin, el valle del Jerte

Antes de llegar al citado municipio, por el que pasaré más tarde, giro a la derecha y tomo una pista asfaltada que, a media ladera, me permitirá contemplar esta singular hondonada cacereña en todo su esplendor. Las laderas de ambos lados rebosan verdor, pero no hay ni rastro de sus famosos cerezos. Vamos a ver, los árboles están, por doquier, pero aún no lucen sus mejores galas. En teoría, la floración se produce entre la última quincena de marzo y la primera de abril, pero intuyo que con tanta lluvia todo debe ir con retraso… Para otra.

Cerezos sin flor... 

'"Cause baby, there ain't no mountain high enough
Ain't no valley low enough, ain't no river wide enough
To keep me from getting to you, baby"

Agua brotando por doquier. Garganta de las Nogaledas

Por ello, y  porque la vista desde este lado se empieza a hacer algo monótona, y sí, también porque aquí y allá la pista me brinda abruptos repechos, decido recortar un poco el trayecto pintado. Mi idea era llegar hasta El Torno y desde allí descender hasta el valle, pero tras alcanzar Rebollar, opto por lanzarme hacia la depresión, la del terreno… A la otra, mejor ni mentarla. Además, de este modo, me quito de encima unos kilómetros de N-110 que, como ya me había advertido Rubén, acumula bastante tráfico.

Troncos de ganchillo (Rebollar, Cáceres)

En su mensaje de la noche anterior, este placentino experto conocedor de la zona ya me había advertido de la posibilidad de encontrar más coches de los deseados tanto en esta vía como en la zona de la cascada del Caozo.  Y hacia ella me dirijo…

"Remember the day I set you free
I told you, you could always count on me, girl
And from that day on I made a vow
I'll be there when you want me some way, some how"

Antes de toparme con las hordas de turistas que pueblan dicho recodo, toca subir hasta Valdastillas por una carretera que no tenía prevista, pero que veo sube más directa… Antes de encararla, hago una breve parada, me quito algo de ropa que ya empieza a sobrar y devoro un plátano y unos frutos secos… Como voy pensando en detenerme en el citado pueblo para tomarme una Coca Cola, tampoco me demoro mucho y con celeridad cruzo la Nacional y me enfrento a… ¡un muraco! Las rampas son por momentos tan duras que, un coche que acaba de adelantarme, se ve obligado a meter primera y, seguramente por falta de pericia del conductor, se queda calado en mitad de la carretera. Afortunadamente, el vehículo que le sigue para a tiempo, pero cuando se dispone a seguir su marcha, no es capaz de salir con la potencia necesaria y también se queda varado. El asunto, por suerte, no va a más, porque justo cuando la pendiente suaviza, ambos vuelven a superarme, esta vez sin problemas.

Fin del muro infernal, con Valdastillas ya a un paso

Llego a Valdastillas con las piernas echando humo, así que no dudo un instante en buscar un bar y sentarme a tomar el ansiado refresco junto con un sándwich que ya traía preparado. Un rato después, retomó la marcha, recargo agua a la salida del pueblo y sigo subiendo por la carretera que asciende hasta el puerto de El Piornal. Por ella ya pedaleé, hace mil años, cuando con mi padre hice la Ruta de Carlos V.  ¡Grandes recuerdos!

"Because baby
Ain't no mountain high enough
Ain't no valley low enough
Ain't no river wide enough
To keep me from getting to you, babe"

Poco a poco, en este tramo, comienzan a superarme más coches de los deseados. Y sí, como ya me había dicho Rubén, la mayoría de ellos van a la cascada del Caozo . De hecho, el tramo desde la curva de la que parte la pista asfaltada hasta el torrente se ha convertido en una romería. Coches, autobuses, personas caminando despreocupadas, perros… En fin, un caos que se acrecienta al llegar a ese salto de agua que, lógicamente, se precipita a pleno rendimiento tras las últimas lluvias. Intento parar a hacer una foto, pero cuando logro un hueco, una señora se abalanza y casi me tira la bici… Superado por este dominguerismo extremo, saco una instantánea medio de lado y huyo de allí como alma que lleva el diablo. Este borreguismo, del que también he sido yo participe de algún modo, para que nos vamos a engañar, me supera.

Un hueco libre...

Desde la distancia, algo se aprecia...

Afortunadamente, la tranquilidad vuelve a reinar en cuanto me alejo de la zona y continúo ciclando una pista que discurre también a media ladera pero por la otra cara del valle. Ahora, ya puedo atisbar de nuevo a lo lejos las montañas nevadas e intuir hasta donde tendré que escalar para cruzar el puerto de Tornavacas. Por ella, ruedo tranquilo, superando los repechos con calma, disfrutando de las sugerentes vistas y pensando ya en la trepidante bajada que sé me espera hasta Cabezuela del Valle.

Más cerezos sin flor, rumbo a Cabezuela del Valle

El descenso responde por completo a lo esperado. La pista se desploma bruscamente en busca del fondo del valle. Aunque hay que trazar algunas herraduras, hay tramos rectilíneos en los que la bici se embala con enorme facilidad. Voy tirando fuerte de los frenos, pero empiezo a tener la sensación de que el trasero no responde como debería, porque en una curva, pese a apretar a tope, acabó haciendo un amago de recto.

Desde aquí, "to pabajo"

"Oh no darling
No wind, no rain
Nor winter storm
Can't stop me baby
No no baby
Cause you are my goal
If your ever in trouble
I'll be there on the double
just send for me
Oh baby"

Destrozando el freno trasero en la trepidante bajada hasta Cabezuela del Valle

Completado el vertical descenso, me interno por las calles de este coqueto pueblo cacereño. Voy esquivando turistas, parando cada dos por tres, hasta que en uno de esos parones, la rueda trasera deja de girar. Nada más bajarme de la bici, compruebo que está prácticamente bloqueada y que, o consigo liberarla, o mi aventura habrá acabado justo en este punto.

Mecánica para "manazas"

Consciente de mis enormes limitaciones para la mecánica, pero impulsado por el deseo de continuar, busco un lugar más o menos tranquilo, desmonto la rueda y compruebo que las pastillas del freno están completamente pegadas entre sí. Ayudado por un separador de pastillas que llevo en el bote de herramientas, consigo ir abriéndolas muy poco a poco hasta que constato que, entre ellas, hay restos de descomposición de las mismas y un trozo de alambre de la pinza. Ahora sé que podría haber sacado las pastillas y haber tirado sin ellas (y sin freno, obviamente), pero lo que se me ocurrió en ese instante fue limpiar la zona con un papel lo mejor posible y volver a poner la rueda con la esperanza de que, al menos, pudiese girar lo suficiente como para dejarme avanzar.

Al tiempo que realizo este proceso, voy preparando un plan B. Ya que yo no puedo hablar correctamente por teléfono por la p*t* sordera, envío un mensaje a la familia para comentarles la situación y pedirles que contacten con algún taxista de la zona. Entre mi madre y mi mujer acaban localizando a uno que podría venir desde Plasencia para llevarme hasta El Barco de Ávila, pero dado que he logrado que la rueda más o menos gire y que el conductor había fijado un precio de 85 euros para el trayecto, opto por ir tirando hacia adelante.

"My love is alive
way down in my heart
Although we are miles apart
If you ever need a helping hand
I'll be there on the double
Just as fast as I can"

Lógicamente, en este punto, abandono ya el track que tenía preparado y que tenía como objetivo el de esquivar, en la medida de lo posible, la Nacional. Lo que toca ahora es avanzar con calma y cautela por esta concurrida vía y ver si el apaño que he hecho me permite llegar hasta el coche. No las tengo todas conmigo, pero para pagar 85 eurazos siempre hay tiempo.

Hasta Jerte, subo pensando que, llegado el caso, puedo intentar buscar un buen samaritano que me acerque hasta El Barco de Ávila o, incluso, abusar de la amabilidad de Rubén y pedirle que me eche un cable. Y hasta Jerte asciendo también peleando contra un viento de cara cada vez más intenso y molesto y contra, lo que más me preocupa, un creciente ruido en el eje pedalier. Craj, craj, cruj, clinch, chac…

Con tanta cabeza como piernas, dejo atrás la localidad que da nombre al valle y sigo ascendiendo hasta el municipio de Tornavacas. Craj, craj, cruj, clinch, chac… El viento sopla cada vez más fuerte y yo pedaleo cada vez más despacio. Se me olvida hasta tirar alguna foto. Craj, craj, cruj, clinch, chac… y cloj, también cloj. Los kilómetros se hacen eternos, aunque, por suerte, a medida que gano altura, las interminables rectas empiezan a ser sustituidas por curvas que permiten quitarse, por momentos, el ventarrón de cara y echar un vistazo a las profundidades del valle. Craj, craj, cruj, clinch, chac… y cloj, también cloj. 

Tornavacas, un puerto que no olvidaré...

Tras un periodo de tiempo eterno, alcanzo al fin la cima del puerto. He tenido que hacer tanta fuerza para avanzar con la rueda frenada y el viento en contra que, cuando me bajo de la bici para comer algo y descansar un poco, me da un pinchazo letal en la cara posterior del muslo izquierdo… Por fortuna, tras caminar un poco y hacer un par de estiramientos, el músculo se relaja y puedo afrontar la siguiente tarea: la de buscar agua, porque me he bebido hasta la última gota en la extenuante subida. Casualidades de la vida, es alzar la vista en busca de algún tipo de fuente y toparme con una familia que camina hacia una mesa ubicada en el mirador del puerto con uno de eso bidones de 5 litros a reventar. Sin dudarlo, me acerco a ellos, pongo cara de pena y les pregunto si podrían rellenarme el bote. Por fortuna, aún queda gente maja por el mundo y, en unos segundos, logro solventar otro problema. ¡Mil gracias!

Diciendo adiós al Jerte desde el mirador del puerto de Tornavacas

"Don't you know that there
Ain't no mountain high enough
Ain't no valley low enough
Ain't no river wide enough
To keep me from getting to you babe"

Por fin, El Barco de Ávila. Estoy reventado

Hasta El Barco de Ávila, lo suyo habría sido disfrutar de la leve bajada y dejarse llevar, pero Eolo sigue soplando con mucha fuerza y obliga a pedalear más de la cuenta. Craj, craj, cruj, clinch, chac… y cloj, también cloj. Aunque no es el final de aventura que había imaginado, la verdad es que retorno contento, consciente de que, mal que bien, he salido adelante por mis propios medios, y convencido de que debo avanzar, hasta donde pueda, en el curso de mecánica para manazas. Craj, craj, cruj, clinch, chac… y cloj, también cloj… El último cloj, porque ya estoy junto al coche y esto se acaba.

"Don't you know that there
Ain't no mountain high enough
Ain't no valley low enough
Ain't no river wide enough
To keep me from getting to you babe"

(Marvin Gaye & Tammi Terrel- Ain't no mountain high enough)

ALGUNOS DATOS

- Distancia: 107,66 km.

- Desnivel acumulado: 2.607 m.

- Velocidad media: 15,2 km/h

- Velocidad máxima: 57  km/h

- Tiempo total de pedaleo: 7h 04' 06"

- Hora de salida: 08:04  

- Hora de llegada: 16:59


Comentarios

  1. Ay, Manolete! Tanto salir, tanto salir y se nos olvida el lema del gran Óscar Pujol: "Cuida de la bici y ella cuidará de tí" 😉.

    En su día, a mí lo que me funcionó para terminar de atreverme con la mecánica es que para llevarla al taller siempre hay tiempo, como para llamar al taxista🤪.

    Por cierto, conoces el carnet FECT https://fect.info/ ??? Yo lo renuevo todos los años desde que Iñigo y Clara me lo comentaron por las brevets. Por suerte, no he tenido que tirar de él, pero sí sé que funciona, vamos, que van a recogerte en estos casos.

    Por lo demás, gran relato como siempre, aunque se nota un resquemor "craj, craj, cruj, clinch, chac… y cloj, también cloj" 😂

    ¡Abrazaco, JC!

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    Respuestas
    1. Estoy al cien por cien con Pujol, pero como ahora ando con el puño cerrado, pues pasa lo que pasa... 😅

      Y con lo de la mécanica, poco a poco. Ya he derribado la barrera mental, ahora hay que ir aprendiendo sin prisa, pero sin pausa.

      Me apunto lo del carné, porque hace ya un par de años dejé de renovar la licencia que tenía antes, cuando iba a marchas y demás. Me parece ideal poder tener siempre a mano el comodín de la llamada.

      Gracias por leer y comentar. ¡Un craj, digo un abrazo!

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  2. Yo también soy torpe entre los torpes y la mecánica me da una pereza espantosa (ni siquiera sabía que existían los separadores de frenos que has comentado). Pero soy muy cuidadoso con el mantenimiento de mi bici y la llevo al taller a menudo para compensar. Por cierto, ¡Viva Honduras!

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