Por el camino más largo: Análisis del recorrido y el equipaje, valoración de los alojamientos y otras formas de perder el tiempo en un blog (1/2)

Como en Rumbo al Norte, voy a dedicar una entrada a valorar diversos aspectos sobre los que quizá he pasado algo de puntillas durante las crónicas de las etapas. De hecho, estoy pensando que, para no alargarlo más de la cuenta, voy a dividir el análisis en dos. Vamos allá:

EL RECORRIDO

Antes de nada, aquí van los datos globales:

- Kilómetros: 591,57 km.

- Desnivel acumulado: 7.749 m.

- Tiempo total de pedaleo: 29 h 30’ 42”

- Velocidad media: 18,7 km/h

- Velocidad máxima: 60,4 km/h (etapa 3)

Partiendo del hecho de que apenas conocía el lugar por el que iba a transitar la ruta, la verdad es que quedé plenamente satisfecho con su recorrido. Como comenté en la presentación, podía haber diseñado un track más recto y rápido, pero considero un pleno acierto el haber aprovechado la ocasión para visitar zonas que no conocía y que, en algunos casos, no quedaban precisamente a mano.

De hecho, una de las escasísimas espinas clavadas del viaje es la de haber tenido que eliminar un par de bucles: el de Castillo de Zafra, en la tercera etapa, y el de Monasterio de Monsalud, en la quinta. En ambos casos, el calor y la escasez de bares y/o tiendas resultaron decisivos para tomar la decisión.

Precisamente, Lorenzo fue el gran enemigo del viaje. Tuve la mala suerte de pillar la semana de más calor de todo el año y eso me obligó a madrugar mucho, a modificar algún trayecto y a “correr” más de la cuenta en busca del final de cada etapa.

Madrugando para huir de Lorenzo

Calor al margen, la ruta no me resultó excesivamente dura. No hay grandes subidas y los puertos que se atraviesan tienen escasa entidad. Eso sí, hay alguna rampa corta con mal firme que puede obligarnos a echar pie a tierra y zonas puntuales con repechos que se atragantan (la llegada a Beteta, por ejemplo, tiene dos tramos muy exigentes). En cualquier caso, ninguna jornada supera los 1.500 metros de desnivel.

Tampoco el aspecto técnico resulta un problema. Tan solo el descenso desde la Ermita del Madroñal (etapa cinco) puede considerarse problemático. Es largo, con bastante desnivel y un firme lleno de surcos, piedras y raíces. Por lo demás, no recuerdo más zonas complicadas. Eso sí, en un par de casos, y dado que los caminos transitaban paralelos a la carretera, yo opté por el asfalto por pura comodidad.

Para terminar este apartado, me gustaría mencionar algunos sitios que considero merece mucho la pena visitar:

- La vega del río Martín: un oasis verde en mitad de tierras resecas.

- Ariño y el posterior tramo hasta Oliete: divertido para hacer en bici y con un paisaje interesante. Eso sí, no recomendaría subir a la Sima de San Pedro. Se ve mejor en fotos…

Paisajes interesantes a la salida de Ariño
  
- El Barranco del Mortero. Aunque está en mitad de ninguna parte, el lugar tiene encanto. Mejor, eso sí, visitarle en épocas que no haga calor.

- La zona de Baños de Segura, con el túnel excavado en roca y los muros de piedra a ambos lados de la carretera. Bellísima.

- Molina de Aragón. Ya solo por el castillo, la visita merece la pena.

- La Hoz del río Gallo. Fabuloso lugar para pedalear con calma y en un entorno agradable.

La bella y tranquila Hoz del río Gallo

 - El Alto Tajo. Qué decir. Simplemente espectacular. Para volver una y mil veces.

Alto Tajo. Esta foto ya la he puesto, pero es que para deleitarse una y mil veces.

- Las Lagunas de El Tobar. Coqueto rincón que bien merece una parada.
 
Un bonito amanecer en las Lagunas de El Tobar

- La Serranía de Cuenca y la hoz del río Escabas. Otro lugar donde perderse a menudo. Imprescindible.

- La Hoz de Priego. No tan espectacular como otras zonas anteriores, pero muy recomendable.

- El Dique de Pareja. A primera hora de la mañana, me resultó un lugar mágico.

El Dique de Pareja, un remanso de paz
 
- Del Embalse de Entrepeñas a Alocén. Carretera tranquila y con unas vistas que dan sentido al esfuerzo.

- Alocén. Otro pueblo con encanto y excelentes vistas.

Bonitas vistas desde Alocén

- Ermita del Madroñal. Un entorno de postal. Ideal para épocas en las que el embalse presente buena cara.

- De la presa del Pantano de Entrepeñas al Puente Románico. Ese tramito de carretera bajo las grandes rocas y el final junto al Tajo, bien merecen un desvío.

Vistas desde el pantano de Entrepeñas

- Pastrana. Localidad ideal para pasar un día agradable aunando cultura y gastronomía.

- Zorita de los Canes. Pintoresco pueblo con un castillo muy curioso y el Tajo como vecino.

- Nuevo Baztán. El Palacio de Goyeneche, una joya del barroco, ya justifica la parada.

Tengo claro que, en otro momento del año, habría incluido aquí la Laguna de Gallocanta, pero entre el calor y la sequía, la realidad es que yo no pude disfrutarla…

                      

LA BICI

Sobre la montura, poco que comentar, afortunadamente. La bici se comportó genial. Solventado el problema de la rueda trasera bailona, ni un solo incoveniente.

Más allá de lo comentado en mi anterior ruta, me gustaría recalcar que con un plato de 40 dientes y un piñón grande de 42 es posible quedarse algo corto en alguna subida. El peso del equipaje condiciona mucho. Para rutas más montañeras, queda claro que debo plantearme un cambio de desarrollos, pero bueno, por el momento, es lo que hay.

En cuanto a las cubiertas, para este caso, con unas de perfil rodador y un ancho de 42 creo que es más que suficiente. No tuve problemas de agarre o tracción en ningún momento.

En el próximo capítulo, haré un breve (o no) repaso del equipaje y un pequeño análisis de los alojamientos y de los lugares en los que, de un modo u otro, fui llenando el estómago. La cuestión es perder el tiempo en el blog...


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