Sobre mí


Tranquilo, no me quiero extender mucho. En este blog, pretendo que las grandes protagonistas sean las rutas, pero ya que seguramente en muchas ocasiones te toparás con referencias personales, considero útil y pertinente contar cuatro cosas sobre mí. Vamos allá.

 Me llamo Juan Carlos. Nací allá por 1977 en Segovia, aunque ya desde hace muchos años, demasiados, vivo en un Madrid que cada día se me hace más cuesta arriba. Aunque pedaleo desde que era niño, lo cierto es que mi pasión por la bici se disparó a partir de los treinta y tantos. Desde entonces, suelo salir con ella una media de tres o cuatro veces a la semana.

La bicicleta me ha ayudado en este tiempo a equilibrar mi vida, a rellenar de forma recurrente el depósito de moral, a aclarar ideas, a eliminar demonios, a reforzar mi autoestima, a conocer gente maravillosa y a, entre otras muchas cosas, descubrir nuevos lugares. Y es que, casi desde que se disparó en mí esta pasión, la idea de combinar viaje y ciclismo me ha resultado tremendamente atractiva.

Retomando buenas costumbres

En el pasado, cuando a esto del bikepacking se le llamaba simplemente viajar en bici con alforjas, completé la Ruta del Cid (Burgos-Valencia), la Ruta de la Plata (Mérida-Astorga) y la Ruta de Carlos V (Laredo-Monasterio de Yuste). Luego, se abrió un gran paréntesis que ahora espero y deseo cerrar.

Y por cierto, soy sordo. Bueno, casi. Oigo poco y mal. Llevo audífono, pero aún así o puedo leer los labios de quien me habla o seguramente no me enteraré de nada. A los 40, sufrí un segundo ataque de hipoacusia súbita y perdí prácticamente toda mi audición en el oído derecho. En una semana, en una dura y terrible semana. El izquierdo ya lo había casi perdido siete años antes, pero por entonces me dijeron que no me preocupase, que la hipocausia bilateral era rarísima y que podría vivir perfectamente con un solo oído…

De aquí el nombre del blog. Aunque tiene trampa. Porque me acompañan siempre unos molestos acufenos a los que yo, “cariñosamente”, llamo turbinas. Su runrún es constate: 24/7. El volumen cambia; a veces es casi insignificante, pero en ocasiones, las menos afortunadamente, es atronador.

Con todo ello sobrevivo. No es fácil. Hay muchos días que me gustaría arrojar la toalla y no salir de la cama. Pero sigo adelante, porque tengo una familia maravillosa y un hobby que me llena de felicidad: la bici. Y de viajar en bici hemos venido a hablar aquí. Bienvenido.

 *Por cierto, si quieres conocer más sobre la hipoacusia, he preparado una entrada con diversos enlaces para conocer esta enfermedad. 

** Foto de cabecera: Joserra Hervás.



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